Este es mi decálogo, mis “mandamientos” a la hora de escribir, no son los mejores, no son verdades absolutas, pero… ¡son los míos!
Aquí trabajo entre letras, proyectos e ideas que ocupan mi mente y mi espacio, ¡tendríais que ver mi mesa! Entre todo este caos es bueno tener unas normas (aunque me las saltes de vez en cuando).
Los diez primeros son para mí, el último para vosotros, ¡¡GRACIAS!!
Decálogo más gracias
- Créete ESCRITOR, aunque “solo” escribas literatura infantil, poca gente lo hará si no publicas una novela.
- Escribe aquello que quieras contar, lo que no quieras olvidar. Escribe todo cuanto tengas dentro o todo cuanto encuentres fuera.
- Lee en voz alta cada uno de tus textos. Escucha si tienen musicalidad, si sonríes sin darte cuenta, si acarician el alma o si terminan sin haber tocado un ápice de tus entrañas.
- Revisa una y otra vez lo que has escrito. Cambia palabras, modifica el orden, elimina frases y construye otras nuevas. Vuelve a revisar una y otra vez, quizás sea mejor lo que has escrito por primera vez.
- No uses un vocabulario con el que no te sientas cómodo. En tus bolsillos, detrás de tu oreja, en la punta de la lengua o entre los dedos de tu mano, se guardan las palabras con las que puedes llegar más allá del papel.
- No olvides ser lo más sincero posible, aunque recuerda que en la mentira está también la más bella literatura.
- Rodéate de libros, de los buenos y de los malos (sí, también los hay malos), así sabrás hacia dónde quieres ir y a dónde no te gustaría llegar.
- Ten siempre una taza de café preparada porque aunque la inspiración llega sin avisar, si sabe que la esperas no suele faltar.
- Búscate un lector cero que haya leído un número de libros con muchos ceros delante. Ten en cuenta sus propuestas, revisa qué quieres defender, qué puedes dejar morir y cuando lo tengas claro, haz todo cuanto te dé la gana.
- Quiere a tus textos como si fueran tus hijos, pero búscales defectos como si fueran los hijos de tu vecino.
- Si los astros se alinean y puedes vivir del cuento, recuerda que entre “Había una vez” y “colorín colorado” tienes mucho que contar… No olvides dar las gracias a quien te invite a su casa, acaba de regalarte el pasaporte directo hacia la eternidad.