La Tía Rita había llegado aquel verano llena de regalos, libros para Rudi, alitas para Lía, una cinta métrica para Philippe y un sombrero rojo para Odón.
No era un sombrero cualquiera, era un sombrero igual al que Rita ponía cada vez que contaba un cuento.
Desde pequeña, Rita jugaba a imaginar historias, invitaba a Odón a sentarse junto a todo su público de muñecas y poniendo su sombrero rojo todos sabía que comenzaba la magia.
Ahora reposaba en lo alto de un armario, y cada noche desde su cama, Odón le lanzaba un beso con la esperanza de que el viento lo llevara hasta Ushuaia.
#LosSecretosDeLosPerez